Eilat es una ciudad que no todos conoceréis, ya que no se encuentra en los lugares que uno piensa estrictamente en visitar cuando va a Israel. Esta pequeña ciudad de 50.000 habitantes tiene el honor de ser la ciudad más sureña de todo el Estado de Israel. La situamos en el Mar Rojo, en el Golfo de Aqaba, en la frontera con el Reino de Jordania y con la península egipcia del Sinaí. No es una ciudad común, ya que está separada del resto de Israel por unos 200 km de desierto. Ir a Eilat en diciembre es una de las mejores cosas que he hecho. ¡Pasar del frío casi ártico de Bélgica al calor veraniego del Mar Rojo es de agradecer, y mucho!

Llego al Aeropuerto de Ovda, unos cincuenta kilómetros al norte de Eilat. Este aeropuerto está exactamente en medio del desierto del Negev. Antes de llegar tengo el placer de ver todo Israel desde el cielo, especialmente Tel Aviv, el Mar Muerto y el Negev. Jerusalén está nublado. Como decía, el aeropuerto está en medio de la nada. Los únicos rastros de civilización que se pueden ver son un complejo militar del ejército israelí además de una base aérea. Lo bueno de llegar a un aeropuerto así es el trayecto hacia Eilat. Una pasada. Desierto, desierto y más desierto. No es el típico desierto que uno se imagina, no hay dunas ni tierra anaranjada, sino muchas rocas y algunos pequeños montes rocosos. Mucha sequedad y nada de vegetación en una hora de trayecto. El bus se coge justo al salir del aeropuerto, no debéis preocuparos por los horarios ya que los buses van sincronizados con las llegadas, tanto desde Ovda como desde Eilat. El precio es de 21’50 ILS, unos cuatro-cinco euros. Existen otras opciones como el Eilat Shuttle, que cuesta 8 euros y te deja delante de tu hotel/hostal. Pero esto no es para mí, yo opto por el bus.

Cojo pues el bus, nada más llegar. Además de disfrutar de esos increíbles paisajes, me encuentro con la frontera egipcia durante más de la mitad del recorrido, una valla interminable que transcurre en paralelo a la carretera y que deja entrever unas cuantas fortalezas egipcias en medio de la nada que parecen sacadas de un cómic de Tintín o de los Dalton. Allí veo algunos soldados muy a lo lejos, que se pasan el día vigilando a Israel, un lugar al que no se le tiene mucho cariño desde los países en los cuales impera la religión islámica. (Véase los interminables conflictos con Palestina, en los cuales no me voy a meter). Después de una hora de trayecto el bus me deja en la estación de autobuses de Eilat. Tengo la suerte de que mi hostal, el Corinne Hostel, está justo al lado y no me cuesta nada encontrarlo.

 

Banderazo israelí que me da la bienvenida en Ovda

El Boeing 737-800 de Ryanair asándose al rico Sol del Negev

Fortaleza egipcia, una de muchas. En territorio egipcio. 

Mi primera impresión del hostal es que es un lugar muy curioso. Esa impresión ya la tienes cuando ves las fotos del hostal en Hostelworld, pero joder, cuando llegas ahí flipas en colores, parece el cerebro de un artista. A ver como explico tal rareza. Hay muchas estatuas y cuadros. Una de estas estatuas es de un mono leyendo la Biblia, otra es una mujer tocando el piano arriba en la pared. Es un lugar que no sabes si es chulo o deprimente, pero a mí me pareció chula tal combinación de colores, símbolos y figuras extraños. Mi conclusión al fin y al cabo es que escogí bien al decidirme por el más barato, ya que el ambiente que hay es muy bueno y conocí a mucha gente. Cuesta 15 euros la noche, en Israel esto es un buen precio, al menos a mi parecer. Después de ver el hostal me dispongo a salir un poco para ver dónde me he metido después de cruzar toda Europa en avión. Mi primera impresión es muy buena, la temperatura es perfecta y se está muy, muy bien, unos 25 grados centígrados. Justo antes de entrar en diciembre.

Las curiosas figuras del Corinne Hostel…

… y las curiosas pinturas

Voy hacia el supermercado más cercano ya que son las 15 y no he comido. El dueño del hostal me dice que hay un supermercado dos calles arriba. Allí me presento y es entonces cuando empiezo a alucinar un poco con los precios de Israel. Joder, pensaba que era un sitio más barato, al menos como España, no sé, pero es un poco caro. A ver, no os asustéis, no es un Zúrich, pero tampoco un Skopje. Es un Ámsterdam. Veo que hay hummus por decreto, mucho, pero que mucho hummus: hummus solo, hummus con salsa picante, hummus grande, hummus pequeño, de todo. Para los que no conocéis esta simple delicia de Oriente Medio, consiste simplemente en garbanzos triturados que dan lugar a un acompañamiento de oro para el pan o para cualquier otra cosa con la que se decida mezclar. Es de lo más barato que había, realmente, en relación cantidad-precio. Me llamó la curiosidad que también vendían candelabros para el Hanukkah y sets de 40 velas, especialmente para poner en estos candelabros. La primera referencia religiosa que me hace recordar que estoy en el país con más porcentaje de población judía del mundo. Acabo comprando hummus, unas fresas y demás cosas que me dan un buen almuerzo. Otra cosa que me llama mucho la atención es que al salir del supermercado me topo con otro, en este caso un supermercado hecho especialmente para rusos, ya que cabe recordar que, Eilat, tiene una población de un 30% de rusos, y que hasta vais a encontrar letreros en ruso.

Después de comer me voy hacia la parte turística, la del este de Eilat, la de los hoteles, para ver qué es lo que hay por allí. De camino me encuentro con algo que es imposible que pase desapercibido, un aeropuerto. Sí, habéis leído bien. Eilat tiene un aeropuerto en medio de la ciudad. Una ciudad de unos 60.000 habitantes tiene dos aeropuertos, y lo más fuerte es que se está construyendo otro aeropuerto (para destruir los otros dos). Os preguntaréis cómo puede ser que una ciudad tan pequeña esté tan exageradamente conectada. ¿Verdad? O al menos es lo que me pregunté yo. La respuesta es esta. El aeropuerto de Ovda sirve básicamente para recibir los vuelos internacionales, la práctica mayoría de Ryanair. Mientras tanto, el aeropuerto de Eilat-ciudad, es el que recibe los vuelos regionales de Israel, esos que vienen mayoritariamente de Tel Aviv, operados por Arkia. El tercer aeropuerto básicamente va a servir para sustituir a estos dos, así que tampoco es tan mala idea, ya que van a librarse de dos aeropuertos para quedarse con uno que focalice tanto vuelos internacionales como vuelos nacionales. Se llamará Aeropuerto de Ramon y está siendo construido entre el aeropuerto de Ovda y el aeropuerto de Eilat-ciudad. Sin embargo, a mí me mola mogollón el hecho de ver un aeropuerto tan de cerca, ya que cuando pasas por allí se puede ver la pista muy muy bien, es más, cuando un avión despega, la ciudad de Eilat literalmente tiembla. Una de las cosas que no debéis perderos es el ver un aterrizaje de un avión desde la playa, ya que los aviones pasan muy cerca.

La parte turística de Eilat dándole la bienvenida a un avión

Aeropuerto de Eilat-Ciudad

Justo después de pasar el aeropuerto ya me encuentro con los hoteles y la zona turística. Hay un gran centro comercial con un Mcdonald’s sin hamburguesas de un euro, sino de dos euros. En esta zona básicamente está la playa (que no tiene olas, prácticamente) y todos los hoteles donde se alojan los rusos que vienen a Eilat de vacaciones. Voy a un espigón desde donde hay unas vistas muy cercanas de Aqaba, la ciudad jordana vecina a Eilat, la cual tiene una bandera súper grande (que no es la oficial de Jordania, sino la bandera de la Revuelta Árabe, conmemorando la Batalla de Aqaba de 1917) que sirve para recordar a los israelíes quién es su vecino. Propaganda pura. Ciertamente esta propaganda funciona, ya que desde la mayoría de partes de Eilat se puede ver esta bandera ondeando en tierras jordanas (a las que no entro porque el visado me resulta caro, unos cincuenta euros, y prefiero pasar los cuatro días en Israel).

La ciudad de Aqaba, en Jordania, fácilmente captable y visible desde Eilat a todas horas

El poco movido Mar Rojo

El día siguiente decido optar por explorar otro tipo de Eilat, el Eilat que realmente he venido a ver, no el Eilat de los hoteles. Estaba seguro de que podía encontrar algo de Israel en este pequeño enclave ruso en territorio israelí. Decido ir hacia la parte noroeste de Eilat. Mi búsqueda tiene recompensa en los primeros minutos de caminata. Me topo con una Sinagoga. Me gusta mucho verla, ya que significa para mí que realmente puedo ver un poquito del Israel judío del que tanto he oído hablar. Voy tirando y más adelante me encuentro en medio de una ciudad ya sin rusos, con una zona residencial más humilde, esta sí para israelíes y no para rusos. Realmente me encuentro con casas bastante dejadas, digamos humildes, para ser concisos. Después de un rato de caminata veo la universidad de Eilat, concretamente el campus de la Universidad Ben Gurion en Eilat. Me mola mucho el hecho de que al salir de clases te topas con todo un desierto del Negev, anda que no debe ser chulo pasar las horas tiradas entre dos clases paseando por un poco de desierto. Eilat es así, es una ciudad en medio del desierto. El contraste es bastante fuerte, ya que a las 10:00 puedes estar rodeado de casas y a las 10:05 encontrarte delante de un desierto de centenares y centenares de kilómetros. Al salir de la universidad veo un cartel que me indica que hay un cementerio. Qué mejor manera que explorar la cultura judía que conocer como es un cementerio. Todo esto va por gustos, seguramente hay gente a quién no le molan tanto estos planes, pero a mí me da muchísima curiosidad el poder contemplar un cementerio judío (jamás había visto uno), el cuál, además, está situado en una pequeña colina, con vistas a Eilat y al desierto (donde hay algún que otro campamento de soldados israelíes). Me voy hacia el cementerio y realmente me encanta. Veo algunas cosas curiosas. Tienen una serie de picas donde ‘’purificarse’’ antes de entrar (deducción propia) y algunos asientos cubiertos (deduzco que por el calor abrasador que hay en verano) para resguardarse. Hay también lo que parece como una especie de sinagoga o templo religioso, con una fuente en el exterior que me da agua fría (y que, creedme, agradecí). Desconozco realmente la tradición judía y los rituales a la hora de enterrar a los muertos por parte de los seguidores de esta doctrina, de este modo, me voy a remitir a dejaros algunas fotos del cementerio, ya que no quiero tratar un tema aquí que necesita más ampliación por mi parte. Es un lugar realmente calmado y silencioso que creo que debéis visitar para adentraros un poco en el mundo judío si venís a Eilat.

Una de las sinagogas de la parte auténtica de Eilat

En el desierto del Negev, a un tiro de piedra desde el centro 

Después de visitar el cementerio tiro hacia la parte norte para ver con qué me topo. Hay un centro comercial muy grande llamado Big Eilat, donde hay todo tipo de tiendas donde comprar de todo. Yo me dirijo hacia un supermercado gigante que hay por ahí para ver que me compro para comer. Me gustaría advertiros de una cosa. En Israel los sábados son festivos (Shabbat) y está casi todo completamente cerrado, así que es mejor estar provistos para no encontrarse con las tiendas cerradas a la hora de ir a comer. En este caso es viernes y opto por comprarme algo para comer viernes y sábado. En el súper me topo con algo bastante bizarro. Contemplo a soldados de mi misma edad (tengo 19 años) comprando cereales Crunch u otros tipos de alimentos con una metralleta colgando, como si fuese algo corriente. De hecho es corriente. Lamentablemente Israel tiene que pagar este precio para poder mantener su más o menos buen nivel de vida en medio de Oriente Medio. Os recuerdo que allí el servicio militar es obligatorio tanto para hombres como para mujeres. Un millón de cada sexo conforman el IDF, las Fuerzas de Defensa de Israel.

Frutería en las afueras, al lado del hipermercado

Este mismo viernes por la noche conozco a un chico de Polonia llamado Mateusz, habla español porque me dice que ha estado viviendo en Getafe durante seis años. Me explica que ha ido a una playa dónde ha podido ver peces de colores sin tener que pagar nada, a su bola.

El sábado me voy con él a la playa. La playa está a unos 300 metros de la frontera con Egipto, cerca del pueblo hotelero de Taba. Decido acercarme un momento a la frontera y llego a ver una bandera egipcia, pero nada más, ya que Taba está tapada por una montaña. Optamos por meternos en el agua y lo que veo me deja sin palabras, a cinco metros de la orilla ya comienzo a flipar en colores con tanta variedad de peces. Increíble. Tengo la suerte de que Mateusz lleva dos gafas de buceo, me salva el culo, básicamente. Veo peces de rayas, peces azules muy alargados, peces payaso, peces como Dory de la peli ‘’Buscando a Nemo’’, peces gordos, corales preciosos y mucho más. Jamás había visto tal espectáculo. No lo dudéis, solamente este lugar ya hace merecer la pena viajar a Eilat. Unas aguas súper claras y muy bien iluminadas con tal biodiversidad te enamoran en un instante. Pasamos la mañana allí y por la tarde decidimos explorar los montes que rodean a Eilat y que constituyen el inicio del Negev. Una vez te adentras allí el único rastro de vida humana que vas a ver son los campamentos militares israelíes y las múltiples bases que hay repartidas por el desierto cercano a Eilat. Después de caminar durante una hora nos encontramos en unas montañas súper áridas sin rastro alguno de vegetación o de humedad. Sequedad en estado puro. Nos subimos a algunos montes y hacemos algunas fotos guapas, porque realmente es casi imposible no hacer fotos chulas desde estos montes. Desde algunos se pueden llegar a ver Eilat y el Golfo de Aqaba. Pasamos la tarde por allí sin encontrarnos prácticamente con nadie, solo con un coche lleno de turistas que volvía de adentrarse en el desierto del Negev. Hay muchas excursiones desde Eilat a sitios cercanos, como el Parque de Timna o el ‘’Red Canyon’’. Eso sí, con tours organizados, sino es realmente poco probable conseguir llegar allí salvo cogiendo el autobús (que vete a saber tú cuando pasa y dónde te deja).

Cómo enamora el Mar Rojo…

A 10 metros de Egipto, una rabia no haber podido entrar (por dinero y tiempo)

Porque Eilat también es Israel

Caminando por los montes cercanos a Eilat, con Mateusz

Desafortunadamente el domingo ya toca volver para Bélgica y luego para Barcelona dos días después. Aquí un consejo para ir de Eilat a al Aeropuerto de Ovda. Ante todo los horarios de autobús están sincronizados con TODOS los vuelos que salen. El autobús sale unas tres horas y poco antes de la salida del vuelo (Empresa Egged) y se coge principalmente en la Estación de Autobuses, aunque tiene otras paradas. En la Estación ya os indican qué autobús es el vuestro, ya que ponen una lista de los vuelos que salen de Ovda y la correspondiente hora de salida del bus. Intentad llegar antes a la estación. Estaba lleno de gente esperando y muchos compraron ticket anticipado en la Estación y no en el autobús (como hice yo). Me encuentro con un autobús (más bien un autocar) con gente de pie e incluso gente sentada en el suelo, una ‘’bonita’’ escena de caos para despedirme de este pintoresco país. Aún pero, tengo que pasar por lo peor, horas de espera en el Aeropuerto de Ovda para tener que pasar los pesados controles y preguntas de las autoridades israelíes, que a mi parecer tienen un cierto problema de paranoia con que alguien les va a hacer algo.

Eilat es un destino muy interesante, donde modernidad y tradicionalismo intentan convivir en una localización privilegiada, al principio del precioso Mar Rojo. Personalmente creo que es una gran oportunidad para explorar Israel (hay autobuses de Eilat a Jerusalén) a un precio muy barato, ya que volar a Tel Aviv desde Barcelona acostumbra a costar 180 € y a mi, ir de Bruselas Charleroi a Eilat, me costó 30 €, ir y volver. Pensadlo bien, 4 horas y media de vuelo por 15 euros.