Escribo ya desde Bishkek, la capital de Kirguistán, después de dos largos días de viaje que comenzaron en Astana el día 13 de julio por la mañana, a las 5:35. Me pasé la noche en vela, sin dormir, en mi hostal, el Nochleg Hostel, y le dije a la encargada si me podía llamar un taxi para que me llevase a la estación de Astana, a más de 6-7 km de donde estaba yo. No quería ir andando con mi mochilaza. Me hizo el favor y a las 5 ya tenía un taxi esperando a bajo de todo. Me costó 1.200 tenge, es decir, unos 3 euros, nada mal para ser un taxi, realmente. Sin embargo en Kazajistán se pueden encontrar cosas más baratas.

Llegué 30 minutos antes de la salida del tren ya con el billete imprimido y en mano. El billete es mejor comprarlo por adelantado a través de tickets.kz, ya que en temporada de verano los billetes vuelan. La web está muy bien y te deja escoger un lugar exacto. La única pega es que el billete está completamente en cirílico.

Fui preguntando al personal que había en el andén en qué vagón tenía que ir. Me encontré con un tren gigantesco, casi de unos diez vagones, con una locomotora de estilo communist era, de gigantescas dimensiones. Me llevaron hasta el vagón 9, de tercera clase (platzkart), cuyo billete me costó unos 4800 tenge, es decir, unos 11-12 euros por un viaje de más de 18 horas. La tercera clase consiste en compartimentos abiertos de 6 literas cada uno, dos literas en el pasillo y cuatro literas en el compartimento, con las fotos lo veréis mejor. Era mi primera vez en un tren con camas y realmente estaba ansioso por ver lo que me encontraba. Me encontré con que tenía la litera número 20, es decir, una litera de las de arriba. Vi que las otras tres literas de mi compartimento (más las dos del pasillo), estaban ocupadas por una familia de rusos con la que más tarde entablaría una bonita amistad y unas curiosas charlas en idioma de gestos y en pequeñas palabras en inglés y ruso. Me puse directamente a dormir, pues estaba reventado. La cama consiste en una tabla acojinada de la medida de una persona con un colchón de estilo kazajo encima, realmente cómodo. Abdullah, el responsable del vagón, con el que más tarde también acabé hablando, repartió lotes de sábanas y toallas para todo aquel que quisiera. Yo obviamente me pillé uno y después de colocarlo, me puse a dormir. El equipaje se puede dejar encima de la litera, ya que hay como otro piso, cosa que hace que la litera de arriba sea menos espaciosa y por tanto un poco claustrofóbica.

Me desperté hacia las 13 horas y después de hacer un poco el ganso me dispuse a comer algo. Los rusos vieron que iba a comerme unos noodles y me dijeron que usase la mesa de las literas de abajo. Yo encantado no dije que no. La madre me llevó hacia el samovar (surtidor de agua caliente que hay en cada vagón) para enseñarme como funcionaba. Tenía una gran curiosidad por el samovar ya que había visto muchos documentales del transiberiano, cuyos trenes no son faltos del curioso surtidor de agua caliente (a 80 grados centígrados, por cierto). El vagón también está compuesto por dos baños, uno en cada parte, y por las habitaciones de los encargados del vagón y algún cuarto de basuras o de mantenimiento. Al final de cada vagón también hay una bolsa de basura colgada que deduzco se vacía cada vez que el tren hace una parada (cada 3-4 horas). Me llamó la atención que al final de cada vagón hay un pequeño espacio donde se puede fumar y en el que hay incluso ceniceros.

Estuve todo el tiempo que siguió a mi comida merodeando por el vagón y curioseando, hasta que me metí una siesta de dos horas. Después de la siesta pude bajar del tren ya que el mismo paraba en ciudades como por ejemplo Ush, y las paradas que hacía eran de 10-15 minutos. Las paradas son de lo más curioso ya que te encuentras con todo tipo de vendedores que te ofrecen manti, melones, agua, pescado seco, tortitas con queso (ahora mismo no sé como se llaman, pero son típicas de esta zona), etc. Fue muy chulo ver como cada parada se convertía en un bazar improvisado. Yo le compré una agua fresca de un litro a una abuelita por 250 tenge (60 céntimos de euro) y más tarde, en Ush, compré las tortitas que os acabo de mencionar. Los amigos rusos compraron tres melones y hasta un pescado. Nunca dejaré de alucinar con la dieta de los rusos.

En referencia a los paisajes, son una pasada pero para los que no os gusta la estepa, mejor que no subáis, ya que es TODO estepa excepto algunos tramos en los que se veía el lago Balkhash y cuatro u cinco ciudades y pueblos. Es increíble la cantidad de kilómetros de estepa que hay en Kazajistán. En las fotos lo veréis. Pude ver hasta otro atardecer como el que vi en Astana cuando aterrizamos.

Poco a poco fui hablando con los rusos y me dijeron que vivían en Almaty. Compartí buenos momentos con ellos e incluso me dieron comida (¡¡¡la leyenda que dice que en los trenes rusos o kazajos siempre acabas recibiendo comida de alguien es cierta!!!!). Hasta me podía sentar en su litera sin problema, e incluso en la del pasillo. Poco a poco como que acaba dando igual en qué litera estás.

Hacia las 12 y media de la noche llegamos a Almaty, con un poco de retraso. Me encontré con un gran marrón, y es que no sabía dónde estaba mi hostal, sólo sabía que estaba cerca de la estación y también conocía el nombre de la calle. Pero el problema es que no tenía ni wifi ni algún mapa para guiarme. Intenté caminar un poco para encontrar la calle y fueron unos kazajos súper majos los que me acabaron ayudando, ya que me vieron con cara de tipo que iba a dormir en un parque. Me buscaron el hostal en el maps de Kazajistán, una aplicación que se llama 2GIS, y en diez minutos me planté en la puerta. Me alojé en el Asia Hostel, por la módica cantidad de 1015 tenge (2’5 euros). El problema fue que la cama era horrible, ya que era un colchón kazajo pero de los malos, con bultos, y era un sitio para nada acogedor, al contrario del Friends Guesthouse and Hostel, el hostal de Bishkek en el que me encuentro ahora mismo, uno de los más acogedores que he visto nunca, con un jardín y unas zonas comunes muy guays. Además, el Asia Hostel tenía un baño terriblemente asqueroso, al estilo chino, pero sucio. Afortunadamente esto ya es agua pasada.

¡El día siguiente tocaba ir hacia Bishkek en marshrutka!

Mis provisiones para el largo viaje

Bolsas de té vendidas por el responsable del vagón

Vagón platzkart, tercera clase, ya podéis ver de que va la cosa

La ventana de la litera del pasillo

A la izquierda tenemos las literas del pasillo, una arriba y otra a bajo, que siguen la dirección del pasillo, y a la derecha los compartimentos abiertos de cuatro literas, situadas en dirección horizontal. La litera de abajo del pasillo se convierte en una mesa plegable

Probando durante un rato una litera de las del pasillo

Estepa

Más estepa

Estación de Ush con vendedores de melones

Estación de Ush

Vendedoras ambulantes en la estación de Ush

Tortitas rellenas de queso que compré a una de las mujeres de la foto de arriba

Cuarto del mantenimiento del vagón

Botón de Stop del tren

Ya por el final del viaje, una tienda justo delante del andén

Esto es una locomotora y lo demás son tonterías