Esta semana se cumple un año de la irrupción del COVID-19 en el continente europeo, algo que raramente hubiéramos pensado que nos iba a dejar semejante huella. Una de las peores consecuencias, ha sido, sin lugar a dudas, la imposibilidad de traspasar fronteras durante este año. 

Es con motivo de este aniversario que hoy os traigo un artículo para explicaros nuestra odisea a través de Hungría en tren, mientras Europa comenzaba a cerrar sus fronteras, en una vorágine de proteccionismo jamás vista en este siglo, en la que todos los países temían a un desconocido enemigo vírico que se avecinaba.  

Cinco días antes de este apagón fronterizo colectivo, decidimos emprender un viaje hacia Europa Central, concretamente hasta la República de Hungría, hacia la ciudad de Debrecen, la segunda más grande del país. Tal y como os expliqué hace unos meses, optamos por aprovechar la cercanía de Debrecen con Ucrania para pisarla por primera vez, atravesando los Cárpatos ucranianos en tren, hasta la ciudad de Lviv, Leópolis en castellano.

Después de pasar unos días en Lviv, experiencia que os expliqué en este artículo, optamos por volver por donde habíamos venido y perder a propósito nuestro vuelo de vuelta, con la finalidad de volver a Barcelona por tierra, a través de Flixbus, quizás priorizando la aventura en un acto de ingenuidad.

🇭🇺 HUNGRÍA EN EL MAPA🌍

En este mapa podéis ver la ruta que hicimos horizontalmente, de este (frontera ucraniana) a oeste (frontera croata), a través de Hungría.

MÁV START: LOS TRENES HÚNGAROS

En líneas generales, los ferrocarriles húngaros son bastante similares a los que uno se encuentra en Europa Central, en países como República Checa, Eslovaquia o bien Polonia. En cambio, si los comparamos con los ucranianos, las diferencias se exacerban, puesto que en Ucrania se seguía un modelo de planificación soviético, haciendo que sean más similares a los de Kazajistán o Armenia que a los de su vecina Hungría. Hace unos meses os explicaba aquí 10 cosas que debes saber antes de viajar en la tercera clase de los trenes ucranianos.

He aquí algunas características del MÁV Start, los ferrocarriles húngaros:

  • Los vagones se suelen dividir entre los de primera clase y los de segunda
  • Las estaciones aún cuentan con la entrañable figura del jefe de estación.
  • Los trenes suelen ser vagones de los años 90-00, con compartimentos o bien sin ellos.
  • Las estaciones suelen estar divididas en andenes 1a y 1b, siendo estos conectados por túneles subterráneos.
  • La red ferroviaria húngara está muy centralizada en Budapest, que tiene tres estaciones mastodónticas: Nyugati, Keleti y Déli. La mayoría de las líneas de tren en Hungría pasan sí o sí por Budapest, por lo que es difícil encontrar líneas directas entre ciudades de la periferia húngara, como Debrecen o Szeged.
  • Las frecuencias están apuntadas a la alemana, en paneles gigantescos de papel que muestran la hora de llegada de todos los trenes que pasan cada día. 
  • Los billetes se pueden comprar en taquillas o bien en las máquinas que hay en la estación. Internet es también una buena opción, en la web de MÁV.
Estación de tren de Debrecen

Taquillas en la estación de Debrecen

Tren húngaro en el interior

Interior de un tren en Hungría

Mapa de la red de ferrocarriles húngaros

Red ferroviaria húngara, completamente centralizada en Budapest

CRUZANDO LA FRONTERA ENTRE UCRANIA🇺🇦 Y HUNGRÍA🇭🇺

Al salir de Ucrania, ya se palpaba en la frontera que algo fuera de lo normal estaba acechando Europa. Allí pudimos ver algunos agentes de frontera vestidos con EPI, además de diferentes carteles improvisados que informaban de la situación. Nos encontrábamos en el pequeño municipio de Chop, antigua frontera entre la Unión Soviética y Hungría, que cuenta con una nave aduanera de grandes dimensiones. Aquellos días Ucrania no llegaba a la decena de casos, mientras que en España la cosa ya estaba comenzando a ponerse chunga. 

Ya en la ciudad de Záhony, en Hungría, cogimos el primero de unos cuantos trenes MÁV Start (Ferrocarriles húngaros), primero hacia la ciudad de Nyíregyháza, donde realizamos un breve stop, y luego hacia Budapest, donde pasaríamos la noche, antes de coger el autobús que nos llevaría a Zagreb, la primera de las dos paradas. La segunda debía ser Ginebra, en Suiza. 

Estación de tren de Chop, Ucrania

Taquillas no angloparlantes en la estación de Chop, Ucrania

Cartel en Chop, Ucrania

Estación de Chop, justo antes de realizar el trayecto de 5′ que nos llevaría a Hungría

DE ZÁHONY A BUDAPEST, PARANDO EN NYÍREGYHÁZA

Habéis leído bien, sí. Esta puede que sea una de las pocas ciudades que he visitado y que aún no se pronunciar. Después de realizar un corto trayecto entre la frontera ucraniana y esta impronunciable ciudad, tomamos el camino hacia una de las ciudades más bonitas de Europa: Budapest, de la que ya os había hablado en 2018, cuando la pude visitar en un día, mientras hacía escala para ir a Kazajistán

El trayecto hacia Budapest, cambiando de tren en Nyíregyháza, tuvo una duración de entre tres y cuatro horas, que transcurrieron mientras el atardecer caía por las llanas praderas húngaras. Me pasé la mitad del trayecto amarrado a la ventana abierta, sediento de aire puro y brisa primaveral, mientras observaba los pueblecitos del norte de Hungría.

SABÍAS QUE… El húngaro es una de las lenguas más singulares de Europa, puesto que originariamente proviene de Asia Central, de las tribus magiares. Forma parte de las llamadas lenguas urálicas, entre las que también encontramos el estonio y el finlandés.

Estación de tren en Hungría

Una estación de un pueblecito húngaro, con su jefe de estación

Atardecer en las llanuras húngaras

El campanario de una iglesia adivinándose en el atardecer 

Estación de tren de Nyíregyhaza

Estación de tren de Nyíregyháza

BIENVENIDOS A BUDAPEST

Llegamos a Budapest-Nyugati ya caída la noche, por lo que sólo nos quedaba caminar hasta llegar al hostel que habíamos reservado en la zona de Astoria, en la que me alojé la última vez. Estábamos bastante molidos, después de haber comenzado el día en Lviv y haberlo terminado a centenares de km de distancia, ferrocarriles mediante. Me dispuse a enseñarle el Danubio y el Parlamento Húngaro a Isa, ya que no los había visto nunca. 

Budapest, a pesar de estar a reventar de turistas, es una ciudad con una aura distinta que, sin lugar a dudas, incluiría en las mejores de Europa: por arquitectura, por historia, por cultura. 

Budapest por la noche

La ribera del Danubio por la noche

Budapest por la noche
Centro de Budapdest por la noche

Cabina telefónica en el centro de Budapest

CHUTADOS EN LA FRONTERA CROATA 🇭🇷

La mañana siguiente, con una ilusión que no nos cabía en el pecho, nos dirigimos hacia la estación de autobuses de Budapest, para coger el autobús que nos iba a llevar hacia la capital croata, Zagreb, ciudad que desconocía, pese a haberla rodeado en el viaje que hicimos de Sofía a Sarajevo, en 2018.

Todo iba sobre ruedas. La hazaña improvisada que nos haría cruzar Europa en tren y autobús ya había comenzado. A media mañana pasamos por al lado de uno de los lagos más característicos de Europa: el lago Balaton, que los húngaros usan como playa y como sede de festivales musicales. El Balaton está muy presente en el veraneo doméstico de Hungría y se puede rodear completamente en tren.

Lago Balaton

El curioso Lago Balaton visto desde el autobús

Ruta ferroviaria a través del Balaton

Ruta ferroviaria que rodea el Lago Balaton

Pasado el Balaton, solamente nos quedaba llegar a la frontera entre Croacia y Hungría, algo que debía ser rápido y con pocas formalidades. O eso pensábamos. Y es que es aquí, donde el viaje adoptó una nueva dirección. 

Por tema COVID-19, los croatas habían cerrado la frontera a ciertas nacionalidades, entre las que estábamos los españoles. Nos encontrábamos con un giro bastante grande de los acontecimientos, sin vuelo de vuelta y sin poder proseguir hacia Zagreb. El autobús dio media vuelta y nos dejó en el pequeño municipio de Letenye, desde el que deberíamos organizar nuestra vuelta. Junto a nosotros se encontraban tres o cuatro viajeros más, de países como Alemania y Francia. 

LETENYE, EL CULO DEL MUNDO HÚNGARO

La expresión ‘’el culo del mundo’’ se suele usar generalmente cuando queremos referirnos a un lugar que está en el extremo opuesto de lo más turístico, por lo que visitar los diferentes culos del mundo de cada país suele ser una de mis intenciones cuando viajo. Letenye cumple esas características: está a dos horas de Budapest, es un pueblo pequeño y está en una zona rural, por lo que la infraestructura es incluso paupérrima para los locales. 

Allí, en una estación de autobuses debíamos decidir qué cartas íbamos a jugar para afrontar esta inesperada situación. Dudábamos entre dos cosas: cruzar hacia Eslovenia y evitar Croacia, prosiguiendo la ruta por tierra, o bien volver a Budapest y coger un avión de vuelta. Al final optamos por la segunda de las opciones, puesto que no sabíamos qué más problemas nos iban a poner en otras fronteras. Luego me enteré de que Eslovenia también había cerrado

Estación de autobús de Letenye

Estación de autobuses de Letenye

Estación de autobús de Letenye

Interior de la estación de autobuses

Estación de autobús de Letenye

DE VUELTA A BUDAPEST

La vuelta a Budapest fue un poco amarga, aunque debo decir que los preciosos paisajes que recorríamos amortiguaron el golpe. Nos sentíamos un tanto derrotados, ante una situación fuera de lo normal, mientras los angustiosos familiares nos apelaban a volver lo antes posible. En mi cabeza me imaginaba una España que se caía a trozos, pero al volver mi sensación fue un tanto distinta. 

Desde Letenye, cogimos un autobús que nos dejó en una estación cercana, desde la que alcanzamos Budapest en tren. Volvimos a pasar por al lado del precioso Balaton y llegamos ya caída la noche a la capital húngara, a la estación de Déli. Una vez allí optamos por pasar la noche callejeando por la ciudad, ya que el avión salía a las 6 de la mañana.

De camino a Budapest

De vuelta a Budapest

Subimos al Bastión de los Pescadores, desde el que se pueden ver el Danubio y el majestuoso Parlamento de Hungría. Allí éramos apenas una decena de almas, expectantes con lo que vendría, cerveza en mano, planteándonos si quizás era mejor idea quedarnos en Hungría para pasar este desconocido período, algo que en mi cabeza ganaba por mayoría a la idea de volver a España. Por desgracia, esto no es un final feliz, por lo que dos meses de reclusión en una España que no había visto nunca son la continuación de esta historia. Me quedo con haber saboreado hasta el último ápice de libertad que tuvimos a nuestro alcance. 

Metro de Budapest

Metro de Budapest

Parlamento de Budapest caída la noche

Parlamento Húngaro a altas horas de la noche

Nuestra última cerveza en Budapest

Nuestra última cerveza en Budapest