Después de unos meses de inactividad, debido a un coronavirus que nos ha impedido la movilidad hasta límites inimaginables, os traigo un artículo sobre un país que me moría de ganas de visitar, el segundo país más pequeño del mundo: el Principado de Mónaco. Si bien no es un lugar que se corresponda mucho con mis ideales, es un sitio sin lugar a dudas interesante por las muchas curiosidades que ofrece. Al final, después de que me echaran del curro en octubre, pudimos encontrar una semana en la que coger la furgo y visitarlo, además de pasar por los maravillosos alpes franceses. 

Mónaco fue mi país número 50, una cifra que me llena de un increíble orgullo, y eso que aún me quedan unos 150. En este artículo os explicaré cuáles son las cosas que más me llamaron la atención de Mónaco, un país en boca de muchos, pero del que en realidad sabemos poco. Comenzamos. 

MÓNACO TIENE UNA ENORME DENSIDAD DE POBLACIÓN

Mucho reparamos en la gran cantidad de lujo que se respira al andar por tierras monegascas, pero menos referencia se le suele hacer a la increíble densidad de población que hay en el territorio. Es como si los edificios altos sirvieran para identificar los límites del mismo país, en el que se aprovecha cualquier metro cuadrado para aprovecharse de las condiciones que ofrece el Principado. Mónaco es, de hecho, el país con la mayor densidad de población del planeta Tierra, contrastando con Mongolia, en el otro extremo del ránking.

Edificios en Mónaco

Mónaco, donde conviven todo tipo de edificios

MÓNACO ES UN PARQUE TEMÁTICO PARA RICOS

Esta afirmación debe tomarse como literal. La gente con dinero ve a Mónaco realmente como el lugar en el que hay que estar, como ”lo más guay” del ricachoneo. Todo tipo de famosos residen allí: desde pilotos de fórmula uno hasta tenistas. La situación excepcional que rodea al microestado lo convierte en un lugar donde para residir hay que aparentar y donde la opulencia está en el orden del día. Mónaco, a pesar de ocupar el tamaño de Central Park, es un país completamente distinto a lo que le rodea, por lo que nada más pisarlo entrarás en su realidad, que se asemeja más a la ficción que a cualquier otra cosa. 

Paso subterráneo en Mónaco

Los lujosos pasos subterráneos de Mónaco

Centro comercial en Mónaco

Uno de los recargados centros comerciales de Mónaco, con lámparas de aguja

MÓNACO TIENE SU PROPIO IDIOMA

Una de las cosas que menos se resaltan de Mónaco es que tiene una lengua propia: el monegasco, una lengua de orígenes liguros (región de Liguria de Italia) y con matices del occitano y del francés. La lengua más usada en el Principado es por supuesto el francés, mientras que el monegasco es una lengua hablada solamente por la gente nativa de la zona. El inglés, por supuesto, se erige como lengua principal entre las élites económicas que vienen a vivir a Mónaco de otros lugares.

Letrero conmemorativo de la boda real monegasca

Sello conmemorativo de la boda real entre Alberto II y Charlène, escrito en monegasco

MÓNACO TIENE DISTINTOS DISTRITOS

Técnicamente, cuando hablamos de Mónaco, lo entendemos como si de una única ciudad se tratase. Sin embargo, el núcleo urbano en sí está dividido en diferentes distritos, que son como pequeños ”municipios” dentro de la masa urbana monegasca. Estos ”municipios” son Fontvieille, Jardin Exotique, Larvotto, La Condamine, Monte-Carlo, la Rousse, les Moneghetti, Monaco-Ville y Ravin de Sainte-Dévote. Estos pequeños distritos sirven para ubicarse dentro del mismo Principado.

MÓNACO ESTÁ PLAGADO DE TÚNELES

No me hubiera esperado la increíble red de túneles subterráneos que hay debajo de Mónaco. En un país donde ya no cabe un alfiler, es importante tener una red subterránea de carreteras que conecte las diferentes partes del núcleo urbano. Hay que tener en cuenta que Mónaco es un país con un relieve muy pronunciado, por lo que los mismos túneles están a alturas que superan el nivel del mar. De hecho, la primera vez que entramos en territorio monegasco fue a partir de un túnel.

Uno de los largos túneles laberínticos de Mónaco

Uno de los largos túneles que recorren las entrañas de Mónaco

MÓNACO ESTÁ CIERTAMENTE AISLADO

El Principado de Mónaco, a pesar de encontrarse en el foco mediático por muchas razones, es un lugar de relativo difícil acceso. Mónaco se encuentra en la abrupta Costa Azul y es accesible a través de carreteras con algún desnivel que otro, que además serpentean la costa. Sí que es cierto que se puede acceder mediante la autopista, pero para llegar a Mónaco, como he dicho, es necesario atravesar un túnel. La gente adinerada, de hecho, para llegar a Mónaco suele utilizar el helipuerto que conecta la ciudad monegasca con la cercana Niza, que sí que está provista de un aeropuerto internacional.

LAS FRONTERAS DE MÓNACO APENAS ESTÁN DEMARCADAS

Formar parte del espacio Schengen significa que las fronteras sean cada vez más invisibles. En el caso de Mónaco, si no fuese por conocerme el mapa, no hubiera sabido que estaba cruzando la frontera entre el Principado y la misma Francia, el único país que lo rodea. No había apenas ni un cartel dando la bienvenida. A lo lejos, si se mira hacia el Principado, sí que es fácil reconocer sus fronteras, básicamente porque a su alrededor no hay edificios altos.

Frontera entre Francia y Mónaco

Frontera entre Francia (otro lado de la rotonda) y Mónaco

MÓNACO TAMBIÉN TIENE SERVICIOS PÚBLICOS

Parece una afirmación con cierta obviedad, pero para ser francos cuando uno se imagina Mónaco, piensa inevitablemente en los Ferrari, Porsche, Bugatti o todo tipo de coches de lujo que permiten la movilidad de sus ostentosos habitantes. No me hubiera imaginado Mónaco con los mismos servicios públicos que cualquier ciudad repleta de mortales de clase trabajadora. La cuestión es que en Mónaco también hay clase trabajadora, ya que alguien tiene que hacer lo que los millonarios monegascos no quieren. En Mónaco veréis muchos autobuses municipales que recorren sus icónicas calles, como la famosa curva de La Rascasse, que forma parte del circuito urbano de Fórmula 1.

Giro de La Rascasse, en Mónaco

Autobuses públicos realizando el giro de La Rascasse

Parada de autobús en Mónaco

Parada de autobús en Mónaco

LAS CALLES DE MÓNACO HUELEN A PERFUME

Mónaco implica una gran bofetada a la realidad porque es una ciudad que te provoca muchas reflexiones. Algo que realmente me llamó la atención fue que en muchas ocasiones y, a pesar de ir con mascarilla, me cruzaba con gente que olía a perfume, por lo que inevitablemente mi cabeza asociaba eso con la riqueza que se respira en el Principado. La mayoría eran olores que no había olido nunca y que en Mónaco se reiteraban. Es increíble como el prestigio se puede llegar a interiorizar mediante el sentido del olfato. 

Hasta aquí el artículo de hoy sobre Mónaco. Tenía muchísimas ganas de hablar del principado en el blog. Nos vemos en el próximo artículo, en el que hablaré de nuestro viaje con la furgo por los Alpes. ¡Gracias como siempre por leerme! 😉